domingo, 29 de mayo de 2011

La Luna

Recientes observaciones de la NASA han revelado que la Luna sufre cambios geológicos importantes. Algunas montañas han crecido hasta nueve metros y se han extendido algunos kilómetros a lo largo, como si fuesen arrugas.
Previamente, se pensaba que estas transformaciones ocurrían solamente en el ecuador de la Luna, pero ahora se han descubierto prácticamente en toda la superficie.

Dado que la Luna no tiene un núcleo activo, los científicos creen que la capa más externa está arrugándose del mismo modo que lo haría una fruta cuando se deshidrata. El centro del satélite se contrae por el enfriamiento progresivo y su corteza muestra arrugas que antes no existían, y este fenómeno está sucediendo con gran rapidez.

Agujeros en la Luna

La Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), una sonda espacial de la NASA destinada a la exploración de la Luna, ha obtenido unas nuevas y fascinantes imágenes (09-2010)de los agujeros que hace ahora un año fueron descubiertos en la superficie de nuestro satélite natural. Los hoyos, que parecen ser la entrada a grandes túneles subterráneos excavados por un antiguo río de lava, un mundo geológico completamente desconocido, han podido ser medidos con más exactitud. Uno de ellos, captado por la nave en el Mar de la Tranquilidad, tiene nada menos que 100 m. de profundidad.
Otro agujero, detectado en el Mar del Ingenio, tiene 70 metros de profundidad y 120 m. de ancho.
Un tercer hoyo, más pequeño, situado en las colinas de Marius, cae 34 m. bajo la superficie. Además, los investigadores han encontrado 10 nuevos posibles cráteres que aún deben analizar.
Estos agujeros pueden ser la entrada a túneles de lava, semejantes a las estructuras que tenemos en la Tierra, que se crean cuando una corriente de roca fundida se solidifica y la lava se escurre, dejando un tubo hueco en la roca. Así, forman amplias redes de galerías y grandes bóvedas. Hasta que los agujeros fueron descubiertos, todas las pruebas de este entramado subterráneo eran indirectas, basadas en las observaciones de largos canales sobre la superficie. En la década de 1960, antes aún de llegar a la Luna, los investigadores ya sospechaban su existencia, al observar en fotografías orbitales cientos de canales largos y angostos, llamados «rimas», sobre planicies lunares.
Los científicos estudian ahora cómo se formaron estos agujeros y si pueden ser utilizados por futuras misiones que se instalen en nuestro satélite. Los tubos podrían proteger a los astronautas de las peligrosas radiaciones solares, del impacto de meteoritos -allí no son quemados por la atmósfera- o de los cambios extremos de temperatura.

Océanos de diamante líquido

Urano

Los planetas Urano y Neptuno tendrían océanos de diamante líquido.
La investigación se llevó a cabo tomando medidas detalladas del punto de fusión del diamante. Cuando se funde un diamante se comporta como el agua durante su congelamiento y fusión, con formas sólidas flotando sobre la forma líquida. El diamante es un material muy duro, lo que hace difícil su fusión. Medir el punto de fusión del diamante es muy difícil debido a cuando se calienta a temperaturas tan altas el diamante cambia a grafito.
Dado que es el grafito y no el diamante lo que se vuelve líquido, los científicos se enfrentaban al problema de fundir el diamante sin convertirlo en grafito.
Los científicos solventaron este problema exponiendo el diamante a presiones extremadamente altas atacándolo con lásers. El diamante se licuó a presiones 40 millones de veces superiores a las que se encuentran al nivel del mar en la Tierra.

Cuando la presión baja a 11 millones la del nivel del mar en la Tierra y la temperatura cae a 50.000º, empiezan a aparecer trozos de diamante.
Los científicos descubrieron algo que no esperaban, después de que dejase de caer la presión, la temperatura del diamante seguía siendo la misma, formándose cada vez más trozos de diamante. Los pedazos de diamante no se hundían, sino que flotaban sobre el diamante líquido, creando icebergs de diamante.
Estas temperaturas y presiones ultra-altas se hallan en los enormes planetas gigantes gaseosos como Neptuno y Urano.
Neptuno y Urano se estima que están formados por carbono en un 10%. Un gran océano de diamante líquido podría desviar o inclinar el campo magnético con respecto a la alineación con la rotación del planeta.
La única forma que tienen los científicos de saber con seguridad si existe el diamante líquido en estos planetas gaseosos gigantes es enviando una nave científica a uno de ellos o simulando las condiciones en la Tierra. Ambos métodos serían muy caros y necesitarían años de preparación.

El artículo se ha publicado en la revista Nature Physics.