La Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), una sonda espacial de la NASA destinada a la exploración de la Luna, ha obtenido unas nuevas y fascinantes imágenes (09-2010)de los agujeros que hace ahora un año fueron descubiertos en la superficie de nuestro satélite natural. Los hoyos, que parecen ser la entrada a grandes túneles subterráneos excavados por un antiguo río de lava, un mundo geológico completamente desconocido, han podido ser medidos con más exactitud. Uno de ellos, captado por la nave en el Mar de la Tranquilidad, tiene nada menos que 100 m. de profundidad.
Otro agujero, detectado en el Mar del Ingenio, tiene 70 metros de profundidad y 120 m. de ancho.
Un tercer hoyo, más pequeño, situado en las colinas de Marius, cae 34 m. bajo la superficie. Además, los investigadores han encontrado 10 nuevos posibles cráteres que aún deben analizar.
Estos agujeros pueden ser la entrada a túneles de lava, semejantes a las estructuras que tenemos en la Tierra, que se crean cuando una corriente de roca fundida se solidifica y la lava se escurre, dejando un tubo hueco en la roca. Así, forman amplias redes de galerías y grandes bóvedas. Hasta que los agujeros fueron descubiertos, todas las pruebas de este entramado subterráneo eran indirectas, basadas en las observaciones de largos canales sobre la superficie. En la década de 1960, antes aún de llegar a la Luna, los investigadores ya sospechaban su existencia, al observar en fotografías orbitales cientos de canales largos y angostos, llamados «rimas», sobre planicies lunares.
Los científicos estudian ahora cómo se formaron estos agujeros y si pueden ser utilizados por futuras misiones que se instalen en nuestro satélite. Los tubos podrían proteger a los astronautas de las peligrosas radiaciones solares, del impacto de meteoritos -allí no son quemados por la atmósfera- o de los cambios extremos de temperatura.
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